Se conocen como azulejos de cuenca o arista un tipo de azulejo que comenzó a realizarse en Sevilla en el siglo XVI como evolución del azulejo de cuerda seca. La técnica de cuerda seca resultaba muy adecuada para realizar motivos de líneas rectas, pero no lo era tanto para realizar otro tipo de diseños que combinaban líneas curvas y mixtas. Estos nuevos diseños inspirados, a menudo, en tejidos de la época propiciaron que surgiera el azulejo de arista, que constituyó una innovación técnica, ya que además de resolver el problema de las líneas curvas, esta técnica permitió la reproducción seriada de azulejos con el consiguiente abaratamiento de costes e incremento de la producción.
Son también conocidos estos azulejos como hispano-moriscos y azulejos “de labores”.
Gracias a la privilegiada situación de Sevilla como puerto de salida hacia el Nuevo Mundo y al importante desarrollo que tuvo la ciudad en la época, este tipo de azulejo alcanzó una gran expansión.
El procedimiento de elaboración del azulejo de arista consiste en tallar en negativo el dibujo o motivo del azulejo en un molde. En un principio estos moldes fueron de madera, más tarde de metal y hoy en día se realizan en escayola.
Una vez tallado en dibujo en el molde, la reproducción del azulejo se realiza presionando sobre el molde la loseta de barro aún fresco. Así se consigue que, tras retirar la pieza del molde, hayan quedado impresas en ella unas pequeñas paredes o aristas que servirán más tarde para separar los diferentes colores de óxidos y esmaltes. Tras una primera cocción de estos azulejos se aplican los colores y se vuelven a cocer las piezas.
Tradicionalmente, los colores utilizados eran el verde, blanco, azul cobalto claro, melado y un violáceo oscuro casi negro, aunque en algunos también se utilizó el dorado. Los motivos más utilizados fueron los geométricos de tipo mudéjar, imitando mosaicos, motivos vegetales de tapicerías y tejidos, heráldicos y el grutesco. Fueron utilizados en zócalos, suelos (de los que se conservan muy pocos debido al uso) y techos.
El formato más habitual en el que suelen realizarse es en azulejos cuadrados de 12.5 a 13 centímetros de lado. Los hay en los que el motivo principal se consigue uniendo cuatro piezas, y otros en los que cada azulejo tiene un motivo completo. Muy habitual es también un tipo de azulejo, de menor tamaño, conocidos como “olambrillas”, que se utilizan en suelos intercaladas entre ladrillos sin vidriar.
Sevilla y Toledo son los principales centros de fabricación de estos azulejos que también se realizaron en Portugal. En cuanto a quién realizó los primeros azulejos de arista, algunos autores apuntan al “ollero” llegado de Italia y que trajo el azulejo plano pintado, Niculoso Pissano.
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