Hoy paseando por un pequeño bosque en el que conviven diferentes especies, entre ellos los eucaliptos, me encontré con esta maravilla.
Estos diseños tan preciosos sobre la corteza y el tronco de un eucalipto, los hacen las larvas de un tipo de escarabajos barrenadores de cuernos largos. En condiciones naturales sólo atacan a los árboles enfermos o muertos, pero en condiciones alteradas se convierten en plaga. Éste que vemos en la imagen era ya un árbol muerto.
Me parece muy curioso y simbólico el ciclo vital de estos insectos. Son las larvas, que se desarrollan en el interior de la corteza del árbol, las que van creando esos surcos que forman jeroglíficos: figuras con los que puedes dejar volar tu imaginación al observarlos, permitiendo que las imágenes internas emerjan al encontrar formas conocidas y observar la dinámica de los surcos.
Los escarabajos ponen sus huevos dentro de la corteza para proteger a sus crías y que tengan el alimento que necesitan. Cuando nacen las larvas, a la vez que van creando los túneles, ellas mismas van sellándolos con su excremento. Las larvas se van desarrollando hasta convertirse en el escarabajo de cuernos largos. Y este excremento servirá de alimento al escarabajo, que para poder salir de la corteza deberá comérselo.
La naturaleza nos muestra símbolos del eterno ciclo de la vida-muerte-vida una vez más. El excremento como metáfora del modo en que nuestra basura psíquica, nuestros complejos, nuestras defensas, nuestras experiencias pasadas son el alimento necesario para crear la nueva vida.
Khepri, el dios Sol, autocreado, símbolo de la vida eterna; era la imagen de la constante transformación de la existencia en la mitología egipcia. Su nombre significa «El que llega a ser (por sí mismo)». Fue representado como un escarabajo empujando al disco solar por el cielo. También como hombre con cabeza de escarabajo.
Los egipcios observaron cómo los escarabajos ponían sus huevos en una bola de estiércol que después empujaban dentro de un agujero en la tierra. De ahí salían nuevos escarabajos, al igual que el sol resurgía renovado cada mañana. El escarabajo pelotero era una representación del dios Ra empujando la bola de excremento el sol hasta el cielo cada mañana.
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