Cuando hablamos de tierra sigillata o decantada nos referimos a un engobe que contiene las partículas más finas de una arcilla en suspensión. Su elaboración se realiza mezclando una cierta cantidad de arcilla con agua en abundancia y un desfloculante. El desfloculante es el responsable de que  las partículas más finas de la arcilla se mantengan en suspensión.

Resulta  más correcto llamar a estos engobes tierras decantadas, ya que el nombre de terra sigillata proviene de la antigua Roma, donde se popularizó el uso de estas tierras. Fueron los Griegos quienes comenzaron a utilizarlas y posteriormente los romanos quienes extendieron su aplicación, contando con numerosos talleres en los que se empleaba esta técnica. El nombre terra sigillata, que significa tierra sellada, hace alusión al sello que marcaba cada pieza de cerámica como firma del taller en que había sido realizada. En numerosas ocasiones se utiliza la denominación terra o tierra sigillata para nombrar bien las piezas, bien los engobes.

La principal característica de las tierras decantadas es que dan un precioso y natural brillo a las piezas sobre las que son aplicadas y además de un tacto suave y muy agradable, llegan a ser casi impermeables.

 

Elaboración de las tierras decantadas

Se elaboran mezclando arcillaagua y uno o varios desfloculantes.

En cuanto a la arcilla, se  puede utilizar cualquier tipo para elaborar tierras decantadas, aunque con la práctica iremos viendo que algunas funcionan mejor que otras. Las que tienen mucha chamota e impurezas no suelen dar buenos resultados, por lo que se aconseja tamizarlas antes de su utilización. Tampoco suelen funcionar bien las arcillas muy puras como el caolín. Sí suelen dar muy buenos resultados las arcillas rojas, ricas en hierro, que podemos encontrar por toda nuestra geografía.

A veces nos encontraremos con arcillas que no funcionan bien, porque decantan completamente, porque no se adaptan bien al barro soporte, se descascarillan o no dan brillo. Esto sólo lo iremos averiguando probando diferentes arcillas.

Una vez recogida la arcilla debemos dejar que esté bien seca, limpiarla de impurezas, molerla y tamizarla para evitar que pasen las partículas más gruesas. Tras esto la mezclamos con el agua y añadimos el desfloculante. Es recomendable utilizar agua de lluvia para la mezcla para evitar que tenga un alto contenido en cal, aunque yo siempre utilizo agua corriente del grifo y me da buenos resultados.

 

El desfloculante es un componente alcalino, generalmente  de sodio, que al añadirse a la mezcla de arcilla y agua hace que las partículas más finas de la arcilla se mantengan en suspensión.  Los desfloculantes más utilizados son el Silicato de Sodio, Bicarbonato Sódico, Hexametafosfato Sódico, Tripolifosfato sódico, Ceniza de Sosa o el Calgón, entre otros.

 

Durante la época romana, estas tierras se preparaban en enormes piscinas que se iban filtrando. Se especula que el desfloculante que se utilizaba no era otro que la

orina de los propios trabajadores. Aunque realmente no se sabe. Se especula también que era sal, un componente sódico fácil de obtener,  pero nadie lo sabe a ciencia cierta. Los franceses tienen la teoría de que no utilizaban desfloculantes, sino un proceso al que llaman levicación, que se trata de un sistema de arrastre por cañerías, de manera que cuando la arcilla con agua llegaba abajo, lo que llegaban eran las partículas más finas. Pero esto tampoco está demostrado. Jean Paul Azais, ceramista francés, utiliza este sistema de levicación para decantar la terra sigillata.

Mezclamos bien con una batidora y dejamos reposar la mezcla durante unas 24 horas en un recipiente transparente. Pasado este tiempo, si ha funcionado bien, deben distinguirse claramente tres partes en la mezcla, la primera, en la parte superior del recipiente, de agua, la siguiente, en la parte central y que es la que nos interesa, son las partículas más finas en suspensión, y por último, en el fondo del recipiente, se habrán depositado las partículas más gruesas y pesadas.

Con la ayuda de un sifón o de un tubo debemos extraer, con cuidado de no mezclar las distintas partes, sólo la parte central, el resto será desechado. Este líquido obtenido es la tierra decantada, pero aún contiene demasiada agua, por lo que debemos dejar que ésta se evapore  bien de manera natural o bien calentándola. La tierra debe tener una textura como de yogur líquido con un ligero brillo. Normalmente hace como aguas. Y ya podemos pasar a aplicarla.

En próximas entradas hablaremos de las formas de aplicación y las técnicas decorativas.